• anteayer
En un gesto que ha estremecido a la política española, el etarra Arnaldo Otegi y el golpista Carles Puigdemont han protagonizado un encuentro en Waterloo que va mucho más allá de una simple reunión entre líderes separatistas. Este abrazo, cargado de simbolismo, no solo representa la unión de dos fuerzas independentistas, sino que también escenifica el control que ambos ejercen sobre un Pedro Sánchez cada vez más acorralado por sus socios de investidura.

El 25 de marzo de 2025, en la residencia belga del prófugo Puigdemont, se ha escrito un nuevo capítulo en la historia del chantaje político a España. Otegi y Puigdemont, lejos de esconderse, han hecho gala de su encuentro en redes sociales, presentándolo como una oportunidad para "compartir impresiones de la situación política y poner en común los retos" a los que se enfrentan Cataluña y el País Vasco.

Sin embargo, tras esta aparente cordialidad, se esconde una realidad mucho más oscura. La reunión se produce en un momento de máxima debilidad del Gobierno socialista, que no tiene los apoyos necesarios para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Este hecho no ha pasado desapercibido para los líderes separatistas, que ven en la fragilidad de Sánchez una oportunidad para aumentar la presión y obtener nuevas concesiones.

Categoría

🗞
Noticias

Recomendada