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Ramona Espíndola y su familia dejaron atrás el cultivo de tabaco para dedicarse a la producción de huevos y hortalizas en Salto Encantado. Con un enfoque artesanal y personalizado, crían 600 gallinas en galpones a piso, asegurando huevos de alta calidad. La transición mejoró su calidad de vida y les brindó estabilidad económica, destacando la importancia de las capacitaciones y el trabajo en cooperativa.

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