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00:00Marisa Martínez es una ferviente seguidora de Monseñor Romero. El salvadoreño murió
00:08por órdenes del gobierno de su país que le consideraba demasiado izquierdista. 35
00:12años después y tras una gran oposición de la Iglesia Católica, desde este sábado
00:16será beato. Pero Marisa también carga con un pesado fardo. Su hermano, Roberto Dobuisón,
00:22fue quien mandó matar al clérigo.
00:24Yo no guardo rencor tampoco. Si Monseñor, estoy segura, ha perdonado esto, pues perdonado
00:32yo lo perdono. Sin embargo, como nadie ha pedido perdón, más bien niegan que participaron
00:39en ello. El cuerpo del arzobispo yace en esta cripta
00:42de la capital del país. Quien al principio fuera un párroco discreto y conservador se
00:46terminó convirtiendo en el defensor de los pobres en los años 70, denunciando así la
00:50represión del gobierno. El 24 de marzo de 1980 fue asesinado mientras oficiaba misa
00:56en la capilla de este hospital. Su muerte encendería la mecha de inicio de una guerra
01:00civil que duró 12 años. La directora del hospital recuerda el impacto cuando escuchó
01:05la noticia en la radio. Ya vivíamos un momento de violencia, de tristeza,
01:13de inseguridad. Y con la muerte de Monseñor, sin saberlo, se sentía un ambiente inexplicable,
01:24como de desolación, de tristeza. La beatificación de Romero estuvo paralizada
01:29durante décadas por las facciones más conservadoras de la Iglesia Católica, algo que cambió
01:34con la llegada al trono de San Pedro del Papa Francisco.
01:37Nadie fue condenado por el asesinato, aunque la Comisión de la Verdad de la ONU señaló
01:41a los culpables. Algunos, como el defensor del pueblo en el país, señalan que el gobierno
01:45se esconde tras las leyes de amnistía. Conocido como la voz de los sin voz, Romero
02:05ha dejado un poderoso legado a lo largo de toda América Latina. Con su beatificación
02:10queda a solo un paso de convertirse en santo, pero la justicia por su asesinato puede tardar
02:14más.