En los últimos años se está hablando mucho de los telómeros y se han publicado muchas cosas. En la medición de la longitud de nuestros telómeros es donde realmente podemos medir nuestra edad biológica, cuanto más cortos son, más envejecidos estamos. Realmente, hasta hace poco no sabíamos muy bien para que servían, estaban al lado de nuestros genes pero no parecían tener una función definida. En 1961 Hayflyk estableció que las células “normales” pueden dividirse entre 30 y 50 veces durante toda su vida, ya que entonces sus telómeros serán demasiado cortos y entrarán en una fase de senescencia para no poder dividirse más. A esto se le llama el “límite de Hayflyk”, y por tanto las células humanas no pueden sobrepasar los 120 años. En 2009 E. Blackburn, J. Szostak y C. Greider reciben el permio Nobel de Medicina por sus trabajos en telómeros y telomerasa. Descubrieron la función de los telómeros como protectores de la integridad de los cromosomas y la enzima telomerasa. C. Harley, demostró que el acortamiento de los telómeros está relacionado directamente con el envejecimiento.
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Aprendizaje